Parece que el mundo (el complicado entorno laboral, las
responsabilidades familiares, las exigentes aspiraciones…) conspira
continuamente con el objetivo de hacernos la vida difícil. Cada vez
resulta más difícil encontrar algo nos haga sentir bien. Sin embargo, y
en lugar de fijarnos en lo que el exterior nos ofrece, deberíamos pensar
en los recursos interiores que poseemos para alegrar nuestro ánimo.
Estos son diez pequeños pensamientos que debes tomar en cuenta para
sentirte mejor:
Relativiza. Todo es una mezcla. La vida es un cúmulo de hechos buenos y malos,
de acontecimientos positivos y negativos. Reparar sólo en una
perspectiva es tener una visión demasiado simplista. Todo lo que nos
ocurre, incluso cuando no es querido, puede sernos útil en algún
sentido. Las cosas son blancas y negras al mismo tiempo…
La percepción importa.
Muchos de los problemas que tenemos provienen no de ellos mismos, sino
de la forma en que los observamos. A menudo son nuestras
preconcepciones, sentimientos y creencias los que acaban por dibujar la
forma en que recibimos y vivimos las cosas que nos pasan. En ese caso, modificando nuestra forma de pensar podremos sacar más provecho de lo que nos ocurre.
Cuida tu cuerpo. Si lo corporal no está ajustado lo mental no funciona. Seguir una rutina alimenticia adecuada,
hacer deporte con moderación y mantener una actitud físicamente activa
ayuda a que el cerebro tenga los nutrientes adecuados para fabricar una
forma de ver la vida mucho más positiva.
Dibuja pequeños proyectos para cada día.
Una de las cosas que más mejora el ánimo es tener metas por alcanzar.
Plantearse todos los días nuevas cosas que hacer, o dar más pasos en las
que ya se han iniciado, lleva a una mejora segura en el estado mental. Realizar una lista cada noche de pequeñas cosas por hacer al día siguiente es una rutina de lo más importante.
Aprende a disfrutar de tu compañía.
Estar en soledad, disfrutando de ese momento y analizando las cosas,
buenas y malas, que han ocurrido, o simplemente buscando un espacio en
el que poder desconectar de la velocidad del día a día es esencial. Dedícate un tiempo diario y todo irá mejor.
Todo es pasajero. Los triunfos, las derrotas, las alegrías y los disgustos que nos llevamos son transitorios. Esas cosas que hoy parecen tan importantes mañana habrán pasado,
y lo que hoy vemos como un desastre quizá mañana sea reemplazado por
una noticia fantástica. De modo que es útil ver la vida con moderación,
sabedores de que las desgracias no duran mucho.
Evita los problemas recurrentes.
Si te conoces mínimamente, sabrás qué situaciones te hacen sentirte
mal. En muchas ocasiones dejamos que los demás nos arrastren hacia ellas
o simplemente no sabemos colocar las barreras necesarias para que no
nos atrapen. Sé tajante con las cosas que te hacen sentirte mal y no te dejes vencer por ellas.
El éxito siempre ocurre a largo plazo.
Debemos actuar pensando en que, al final de la vida, podamos volver la
vista atrás y contemplar las cosas con satisfacción, considerando que
hemos logrado algunos de los objetivos que nos habíamos propuesto y que,
pese a todo, estamos contentos con la vida que hemos vivido. Por lo
tanto, no dejes que los reveses cotidianos te desanimen. Esto es una
carrera de fondo…
El problema a veces eres tú. Muchas
personas no consiguen las metas que se proponen porque se sabotean sin
darse cuenta. Quieren llegar a la meta pero sus acciones son justo las
contrarias de las que se precisan para alcanzarla. El problema es que
suele ser un proceso inconsciente, por lo que no está de más hacer balance y valorar hasta qué punto nuestras acciones se corresponden con nuestras intenciones.
Sé consciente de tus avances.
El camino hacia la autorrealización es largo y está hecho de pequeños
triunfos que a menudo pasan inadvertidos. Lo ideal es reconocerlos:
recompénsate por tus avances. Muy raramente vamos a conseguir lo que queremos de golpe.
Lo más habitual es que vayamos avanzando con pasos cortos, pero no por
ello menos importantes. Cuando los logres, deja que tu autoestima se
apunte un tanto.
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